Últimamente, me he dado cuenta de que no me gusta el cambio tanto como pensaba y, aunque mi currículum dice que soy adaptable, eso no cambia el hecho de que a veces me resulta difícil adaptarme a situaciones nuevas.
Desde que transicioné de la preparatoria a la universidad, he ganado un sentido más profundo de autoconciencia y me he dado cuenta que frecuentemente me veo en la necesidad de tener que ser empujado fuera de mi zona de confort para ir tras lo que sigue. A menudo me veo aferrándome a lo que se siente como estar en casa y donde me siento bien. Recientemente, un amigo bromeaba conmigo y decía que soy como un joven anciano, especialmente ahora que vivo solo en un rancho, me puedes encontrar sentado en una silla con una taza de té, contemplando las montañas al amanecer. Sí, disfruto de la comodidad, incluso podría decir que amo la zona, la zona de confort.
Para cuando me gradué de la preparatoria, había estado ayudando a mis papás a liderar el equipo de alabanza y a los jóvenes de la iglesia. Me apasionaban las cosas que hacíamos y disfrutaba de la banda de rock que mi hermano y yo teníamos con algunos amigos, lo que también proveía un buen círculo social en esa área. Cuando me enfrenté a la necesidad de ir a la universidad, tenía dos opciones: una escuela de medicina a 4 horas de distancia o la escuela en Tijuana, que estaba a 14 horas de camino en auto. Mi papá insistió en que la universidad en Tijuana era mucho mejor; sin embargo, yo quería estar cerca de mis padres, amigos e iglesia. No quería dejar las cosas que estábamos haciendo, así que decidí aplicar a ambas escuelas. Para ser honesto, no estudié para el exámen de la llamada mejor escuela, pero sí me preparé para la otra universidad a la que quería ir, o mejor dicho, con la que me estaba conformando. Era como si me estuviera auto-saboteando porque no quería más de lo que tenía en ese momento. Primero recibí la noticia de que no me aceptaron en la universidad que estaba cerca y lo cierto es que lloré en mi cuarto casi un día entero, así que cuando me enteré después de que me aceptaron en la escuela de Baja, me sentí aliviado. Lo recuerdo vívidamente, era un domingo por la mañana antes de la iglesia, fui y revisé la computadora y al enterarme de que fui aceptado, un grito de alegría brotó de mi interior. Mi papá me escuchó desde la sala; Él también estaba emocionado y aliviado. Unos días después estábamos de camino a Tijuana.
Cuando inicié mi cuarto año de la escuela de medicina, mi hermano fue admitido en la misma universidad. En ese momento, vivía en un departamento y me sentía bastante cómodo allí. No podíamos permitirnos un departamento más grande, pero mi papá tenía un lote en el lado este de Tijuana. Mi hermano y yo ayudamos a mi papá a construir una casa allí durante el verano. Para cuando necesitábamos mudarnos, la casa no tenía la capa interna de tablaroca y mucho menos insulación, por lo que la casa se ponía muy caliente, el piso era de concreto rústico sin lozeta y se ponía muy polvoriento cada vez que lo barríamos, lo que exacerbaba nuestras alergias cada vez. Experimenté mucha frustración y fui en ocasiones muy quejumbroso, porque además de estar incómodo y vivir lejos de la escuela y de la mayoría de los hospitales a los que iba, este cambio drástico sucedió mientras estaba en el séptimo semestre de la escuela, el más pesado de nuestro plan de estudios. No quería parecer desagradecido porque sabía cuánto esfuerzo estaba poniendo mi papá en mantenernos a los dos en la escuela de medicina, pero a veces no podía evitarlo.
En el 2015, me aceptaron en un programa de intercambio en Houston, Texas, como parte de mi internado de pregrado de la escuela. Al principio fue difícil y agotador, el programa me mantuvo muy ocupado durante varios meses, sin embargo, más tarde, cuando estaba más adaptado y asentado, comencé a experimentar la soledad, fue entonces que experimenté por primera vez lo que es la ansiedad. Asistiendo a iglesia Lakewood, me uní a un ‘grupo de vida’ e hice nuevos amigos, pronto estuve rodeado por una comunidad que compartía mis valores. Al final de mi internado, me sentía muy cómodo con mi estilo de vida allí y cuando llegó el momento de regresar a México para mi rotación de obstetricia y ginecología, no me sentía listo para regresar.
Aprendiendo lentamente.
Los siguientes son algunos ejemplos que me vienen a la mente cuando pienso en cosas buenas que han surgido de la incomodidad:
Debido a la universidad a la que terminé asistiendo, existe la posibilidad de revalidar mis estudios en otros países ya que es una escuela certificada. Fue también a través de esa escuela que pude ir a Houston para mi internado, donde hice amigos y conexiones para toda la vida. A los pocos meses de vivir en esa casa incómoda en Tijuana, comencé a notar que un autobús pasaba todos los días a las 5 de la tarde frente a nuestra casa. Así fue como me enteré por primera vez de Rancho de sus Niños y sin darme cuenta, un par de años después pasaría casi 3 años de mi vida trabajando allí a tiempo completo y por estar ahí conocería a varios de quienes son ahora mis mejores amigos. También tuve la oportunidad de ser enviado a Rumanía y posteriormente hacer un increíble viaje de 10 días por Europa.
A medida que pasa el tiempo, me doy cuenta aún más de lo propenso que soy a buscar comodidad. Ponme en un lugar donde me sienta incómodo y haré una berrinche el primer día, pero unos días después, identificaré los problemas y encontraré soluciones, haré el lugar más cómodo y visualmente agradable para después no querer salir de ahí. Si bien amo mi capacidad de encontrar soluciones y transformar lo feo y lo incómodo, sin embargo; a menudo caigo en la trampa de ponerme demasiado cómodo. Hay una tensión delicada en esto porque creo que deberíamos poder sentarnos, quitarnos los zapatos y hundirnos en el sofá, disfrutando de la temporada, pero también deberíamos estar preparados para movernos a lo siguiente cuando ya es tiempo. Esta parte, en particular, es donde me siento débil. Cuando transicioné de La Misión, escribí en una publicación de Instagram, “una de mis debilidades es mi resistencia a dejar ir las cosas buenas, incluso sabiendo que hay cosas buenas esperando al frente de mí”.
Actualmente estoy viviendo en Ensenada, vine aquí temporalmente mientras me preparo para mis próximos exámenes. Por entretenimiento y cordura mental, he estado trabajando en la casa de mis papás, arreglando la casa poco a poco y trabajando en el jardín. He estado soñando con cómo quiero que se vea esta casa y con todas las remodelaciones que me encantaría hacer, pero la alarma suena dentro de mi cabeza. Me estoy sintiendo cómodo de nuevo y cuando estudiar se vuelve difícil, me siento tentado y pienso: "Ah, esto es difícil, ¿debería dejar ir este sueño y quedarme aquí?". Siento que tal vez llegará el día en que me asentaré en un lugar por más de 5 años, pero no siento que ese momento sea ahora. Sin embargo, me encanta tanto la paz y la tranquilidad del rancho donde vivo, que creo que será difícil mudarme cuando llegue el momento.
He estado meditando sobre este dilema mío y tratando de averiguar por qué siento tanta atracción por la comodidad. En parte, creo que tiene que ver con la falta de comodidad que experimenté al crecer. Cuando nos mudamos a Sonora básicamente como misioneros en nuestro propio país, mis padres, mi hermano y yo vivíamos todos juntos en una habitación de 16 metros cuadrados (172 pies cuadrados). De tener la cama-carro de ensueño de cada niño, mi hermano y yo pasamos a dormir uno al lado del otro en un catre. Tan caluroso como es, Sonora alberga escorpiones que se pueden encontrar en casi cualquier parte. Los primeros meses tuvimos una letrina como inodoro, por lo que mi hermano y yo preferíamos aguantarnos las ganas a tener que ir al baño allí. Gracias a Dios, mi papá construyó rápidamente un baño normal. A menudo visitábamos una ciudad cercana para recibir clases y hacer las compras y antes de nuestros viajes, mi hermano y yo calculábamos mentalmente la dirección de los rayos del sol para elegir por cual lado del carro pelearíamos de ida y vuelta. Al crecer solía decir que quería tener un trabajo de oficina, donde pudiera estar en una habitación con aire acondicionado porque no quería trabajar bajo el sol. Por eso me resultaba irónico que parte de mi trabajo en La Misión era hospedar el reto de cuerdas en el calor abrasador de los veranos de Tecate. Dios realmente estaba trabajando con mi corazón allí, supongo.
Cada día estoy más convencido de que nos perdemos de mucha diversión cuando estamos tan preocupados por la comodidad. Recuerdo estar en Londres por primera vez en el 2019, llegué tarde para tomar mi autobús del aeropuerto al centro de la ciudad, poco sabía que esto no es un gran problema para los británicos, simplemente me pusieron en el siguiente. Mi teléfono no funcionaba y la compañía telefónica me había cobrado por algo incorrecto. Fue muy tedioso tratar de hablar con ellos por teléfono y al final no me ayudaron mucho. Me subí al autobús en modo automático, todavía enojado con la compañía telefónica, y cuando estábamos en la carretera, de repente me di cuenta de que estábamos conduciendo por el lado equivocado de la carretera y en mi mente pensé: - “¡Oh, estoy en el Reino Unido!” - Comencé a reírme de mí mismo por estar enojado, lo superé rápidamente y disfruté muchísimo el resto del viaje.
También me molestó el retraso de mi vuelo de Ibiza a Barcelona. Sabía que el último autobús del aeropuerto al centro de la ciudad salía a la medianoche y el vuelo apenas alcanzó a llegar a Barcelona a tiempo para tomar el último autobús. Cuando llegué al quiosco donde compraría mi boleto de autobús, había una larga fila y la mujer de frente a mí compró dos boletos, pero tenía tanta prisa que se olvidó de tomar el segundo antes de que se imprimiera. Definitivamente estuve tentado a quedarme con ese boleto, pero decidí comprar mi propio boleto y guardar ese boleto en caso de que ella regresara. Le pregunté a la gente que me rodeaba si vieron a dónde iba la señora, y nadie la vio, al parecer, se había desvanecido. Entonces, de las personas con las que hablé, continué la conversación con este tipo detrás de mí en la fila, tomamos el mismo autobús y me dijo que estaba estudiando para convertirse en capitán de barco y que tenía una prueba de navegación al día siguiente en Barcelona, donde estudiaba. Para hacer la historia corta, él también venía retrasado y acabamos quedándonos en el mismo hostal, ahora tengo un amigo de Ibiza. Cuando dirija un barco que lleva ayuda médica a islas remotas de todo el mundo, ¿adivinen a quién llamaré para que sea el capitán?
Parece que Dios está constantemente sacándome de mi rigidez. Poniéndome delicadamente en incomodidad para romperme. Para romper la parte de mí que solo está dispuesta a aceptar las cosas cuando son a mi manera, y cuando termino de llorar y hacer un berrinche, Él amablemente me muestra lo que gané con eso, solo para al final, terminar humildemente diciendo: “gracias, otra vez”.
Parece que hay dos aspectos de la comodidad que la mayoría de nosotros anhelamos. Los separaría en comodidad interna y externa. La comodidad interna puede ser la necesidad de una comunidad, seres queridos y para algunos, el prestigio. La comodidad externa puede ser estar en un entorno familiar, comodidades, incluso el clima.
Hay una frase de C. S. Lewis que encontré y que me acompañó durante mi última transición, cuando dejaba mi puesto en La Misión, un muy buen grupo de amigos y compañeros de cuarto.
“La humanidad no pasa por fases como un tren pasa por las estaciones: estando viva, tiene el privilegio de estar siempre en movimiento y sin dejar nada atrás. Sea lo que sea que hemos sido, de alguna manera todavía lo somos ". - C.S. Lewis, La Alegoría Del Amor.
Me doy cuenta de que parte de mi miedo a seguir adelante es olvidar y ser olvidado. Pero según Lewis, no dejamos a las personas y los recuerdos con ellos, los traemos con nosotros a nuestro futuro. Todo lo que aprendo de cada temporada, se queda y viaja conmigo a donde vaya.
Una lección sin fin.
Hace aproximadamente un año, me sentí impulsado a regalar mi auto, y ahora, viviendo en Ensenada, habiendo comenzado recientemente a trabajar en un hospital en Tijuana durante los fines de semana, he estado usando el transporte público. Al principio pensé: "Está bien Dios, aquí vamos de nuevo". Al atravesar esta temporada de incomodidad, me doy cuenta de cuán intencional está siendo Dios al estirarme, enseñándome a dejar ir, a mantener mis planes y expectativas libremente frente a él para que Él pueda moverse en mi vida. Durante esta temporada, siento que la voz de Dios ha estado muy activa en moldear mi corazón para ver la forma en que Él ve, siendo ese el objetivo final. Cada fin de semana, al viajar en autobús, veo los rostros de muchas personas y es como si pudiera leer las historias detrás de sus ojos. Me está enseñando a amar y ver a las personas como Él las ve. Aunque no voy a mentir, algo que me ha ayudado a mantener una buena actitud es imaginar que voy en autobús en Ibiza. Si puedo tomar el autobús en Ibiza, ¡puedo hacerlo en Ensenada!
En los últimos años, he estado siguiendo un canal de Youtube llamado 'Yes Theory’ (La teoría del Sí), formado por un grupo de amigos que emprenden locas aventuras bajo el lema 'busca la incomodidad'. Es divertido de ver y me ha inspirado a buscar la incomodidad a propósito. La búsqueda de la incomodidad es básicamente un tipo de ejercicio en el que uno está adolorido la mayor parte del tiempo; el músculo que estás creciendo es el amor y el peso que estás perdiendo es el miedo. Yo quiero crecer en amor y perder el temor.
La incomodidad es una parte intrínseca de la vida. Cuando naces, lloras mientras el aire frío llena tus pulmones y abraza tu piel. No podemos erradicar totalmente la incomodidad, tanto internamente como externamente, nos perseguirá todos los días de nuestras vidas. Así que es mejor que aprendamos a vivir con la incomodidad y a estar en contacto con ella. Eso es lo que hace que los placeres de la vida sean más agradables. Es el cansancio lo que te hace apreciar una buena noche de sueño. Es después de estar enfermo cuando crece el aprecio por la salud. La incomodidad es parte del viaje y me apunté en este viaje para un largo rato.
Nota para mi futuro yo, sigue escogiendo dejar la zona de confort.
#SeekDiscomfort