Aquí estamos, afrontando otro año nuevo y esperando lo mejor. Me parece chistoso recordar lo emocionado que estaba por el 2020 y lo diferente que fue el año a lo que esperaba. Uno de mis propósitos fue viajar a más lugares de los que he viajado en mi vida, y voilà, el chiste se cuenta solo.
Bueno, ha sido un año muy interesante, por decir lo menos; y algunos nos encontramos considerando si deberíamos hacernos ilusiones este año. ¿Dónde exactamente se encuentra tu corazón al recibir este año?, ó ¿estás tal vez, entrando de puntitas a este año?.
El 2020 fue un año donde inicié un viaje de aprender a confiar. La confianza es una de las cosas más valiosas; es difícil de construir y fácil de perder. Cuando tienes problemas de confianza, sospechas de todo y de todos, tiendes a asumir lo peor de las circunstancias y de las intenciones de otros. La falta de confianza es un mecanismo de defensa primitivo y es eficaz en mantenernos vivos pero afecta tu calidad de vida, especialmente en el área de relaciones interpersonales.
Hay una parte de las escrituras que ha estado resonando en mi cabeza frecuentemente en los últimos meses, pero permíteme compartir algunas historias para añadir contexto, de otra forma, esto no sería un blog personal.
Hace dos años, estaba en el trabajo un día muy normal cuando recibí una llamada de mi papá. Se oía algo nervioso, lo cual es muy raro. Primero me preguntó si estaba ocupado, lo cual también rara vez hacía. Después de preguntarle, “¿qué está pasando?”, me dice que mi mamá tenía dolor en el pecho y que iban camino al hospital. Sentí la avalancha de catecolaminas en mi cuerpo mientras mi mente preveía inmediatamente el peor de los casos. Parecía obvio que mi mamá estaba teniendo un infarto al corazón. Ese mismo día, mi hermano y yo viajamos a donde viven mis papás y pasamos unos días ayudando a trasladar a mi mamá a un hospital con mayor capacidad. Afortunadamente, un par de semanas después fue dada de alta con dos stents en el corazón.
Me sentí aliviado cuando ya estaba mi mamá fuera de la parte más crítica y que lo que más temía no fué el resultado. Sin embargo, noté que en los siguientes meses algo me sucedió. Cada vez que mi papá me llamaba, experimentaba la misma sensación que sentí ese día que me llamó al punto de tener que pedirle a mi papá que primero me enviara un mensaje de texto antes de llamarme y que solo me llamara sin previo aviso si había una emergencia sucediendo. Nunca me han gustado realmente las llamadas inesperadas. Como la mayoría de los millennials, prefiero mensajes de texto en lugar de llamadas para cosas casuales. Después de todo, si llamas a alguien, tienen que dejar de hacer lo que esté haciendo para contestar. Ahora estoy trabajando en ser más amigable a las llamadas telefónicas.
Al comienzo de la pandemia actual estaba siendo muy optimista, pero a como la gente me preguntaba al respecto, empecé a preguntarme a mí mismo, ‘¿debería estar preocupado?, porque todos parecen estar preocupados’. Al principio, no sabíamos mucho sobre lo que estaba pasando, y un feed sin fin de noticias en redes sociales no ayudó. En mi opinión, la ansiedad en torno a esta situación se intensificó de forma desproporcionada, ¿o no recuerdas la crisis del papel higiénico?. Pensar en eso ahora es gracioso. Sin embargo, no se puso tan mal en México, generalmente somos más relajados y optimistas (y a veces también más negligentes, para ser justo).
Mientras evaluaba la gravedad de la pandemia, tratando de medir mi respuesta, el miedo y la preocupación intentaron infiltrarse. Comencé a preocuparme por los más frágiles de mi familia y mis seres queridos cercanos, como primogénito, eso es simplemente parte de quien soy.
Mientras oraba acerca de toda esta situación de la pandemia, me sentí seguro de que todo iba a estar bien. Lo creí y estoy agradecido de que hasta ahora, nadie en mi familia haya muerto de covid. Cada vez que me entero de que alguien está enfermo, he podido responder de una manera más medida.
Recientemente mi papá se enfermó. Acababa de demoler un techo de concreto de nuestra casa en Sonora y obstinadamente no usó protección. El mismo día, asistió a un funeral donde estuvo expuesto al covid. Dado que esto sucedió al mismo tiempo, es difícil decir si tuvo neumonitis química, covid o ambos. Tenía una tos insidiosa que no lo dejó dormir durante casi un mes, con saturaciones de O2 cayendo a 92%. Se hizo la prueba de PCR y una tomografía que dieron positivo. Afortunadamente, a pesar de no verse muy bien, su condición no se deterioró más que eso y ahora está casi completamente recuperado, con solo algo de fatiga residual.
Mi respuesta esta vez fue creo que mejor que antes. Aunque estuve tentado a sucumbir al miedo, me aferré a la seguridad de que todo iba a salir bien. Me puse un poco emocional mientras discutía con mi mamá si debería o no viajar para estar con ellos a través de esto. Honestamente, no tenía miedo de contagiarme de covid, pero sentí que si me iba de inmediato para ir a verlos, sería una señal de miedo, como si tuviera que ir a despedirme de él antes de morir. Así que decidí quedarme aquí, monitorear la situación mediante llamadas telefónicas diarias y después ir a pasar la Navidad con ellos y celebrar su recuperación.
Durante unos meses, he estado escuchando este versículo de las Escrituras en mi cabeza una y otra vez, tomándolo como una promesa para mí. Por favor, lée el capítulo entero despacio conmigo.
¡Alabado sea el Señor!
¡Qué felices son los que temen al Señor
y se deleitan en obedecer sus mandatos!
Sus hijos tendrán éxito en todas partes;
toda una generación de justos será bendecida.
Ellos mismos serán ricos,
y sus buenas acciones durarán para siempre.
La luz brilla en la oscuridad para los justos;
son generosos, compasivos y rectos.
Les va bien a los que prestan dinero con generosidad
y manejan sus negocios equitativamente.
A estas personas no las vencerá el mal;
a los rectos se los recordará por mucho tiempo.
Ellos no tienen miedo de malas noticias;
confían plenamente en que el Señor los cuidará.
Tienen confianza y viven sin temor,
y pueden enfrentar triunfantes a sus enemigos.
Comparten con libertad y dan con generosidad a los necesitados;
sus buenas acciones serán recordadas para siempre.
Ellos tendrán influencia y recibirán honor.
Los perversos lo verán y se pondrán furiosos.
Rechinarán los dientes de enojo;
se escabullirán avergonzados con sus esperanzas frustradas.
Samos 112. NTV.
Mi parte favorita es esa donde dice: “Ellos no tienen miedo de malas noticias; confían plenamente en que el Señor los cuidará.”. Esta es la parte que ha estado resonando en mi espíritu continuamente. Estoy aprendiendo a confiar en Dios, las personas y en mi mismo, mientras desaprendo a temer de malas noticias.
Quiero invitarte a meditar y tomar esta escritura como una promesa para ti también. Quiero invitarte a que pongas tu confianza en Dios. Él es un buen Padre y cuida bien a sus hijos e hijas. No tenemos porqué vivir con miedo a las malas noticias, más bien deberíamos caminar con una sonrisa en la cara.
¿Significa esto que nunca recibiremos malas noticias?. Para nada. Jesús dijo que en este mundo tendremos aflicciones (Juan 16:33) pero también dijo que siempre estará con nosotros (Mateo 28:20). Por eso, creo que vivir con miedo a las malas noticias que pueden o no llegar, es un mal innecesario.
“Vivir con miedo a las malas noticias que puedan o no llegar, es un mal innecesario.”
Nosotros, los humanos, tendemos a preocuparnos por cosas que no podemos controlar. Nos perdemos mucha diversión y nos olvidamos de disfrutar nuestro hoy. Conseguimos tantos seguros como podamos. Hoy en día puedes asegurar prácticamente cualquier cosa. Tus dispositivos electrónicos, tu itinerario de vuelo, tu automóvil, tu casa, desempleo, etc. Si bien estos seguros no son malos por sí solos, solo creo que a veces nos ayudan a poner nuestra confianza en el lugar equivocado. Créame, si hubiera un seguro para la calvicie, lo habría comprado hace 10 años.
Hace unos días hice por curiosidad una mini encuesta en mis redes sociales y pregunté a las personas si estaban emocionados por el nuevo año. De las personas que respondieron, alrededor del 30% respondió negativamente. Me pareció muy interesante pero también muy comprensible. John Mark Comer cita en su reciente e-book”No sabemos qué va a pasar y eso está bien” que la generación de la Segunda Guerra Mundial “fue la generación más relajada y feliz de la historia de Estados Unidos”, y que “los niveles de felicidad alcanzaron su punto máximo en Estados Unidos en la década posterior a la guerra”. También sugiere que tenemos la oportunidad de aprender a prosperar en la “santa Incertidumbre” y creo que tiene razón. El músculo de resiliencia de nuestra generación se está ejercitando y creciendo; bueno, al menos espero que el mío esté.
No quiero ser insensible al porqué no estés emocionado por este nuevo año. Estoy seguro que tienes muchas razones para ello. El año pasado no fue fácil. Si, algunas personas puede que miren con desdén a aquellos que han usado la palabra ‘trauma’ para describir el 2020 porque quizás ellos mismos han experimentado guerra u otras catástrofes, pero eso no invalida tu o mi experiencia.
Hay un dicho Ruso que pensé que era mexicano porque lo decimos mucho, y dice: “La Esperanza Muere al Último”. Tengo esperanza, estoy escogiendo esperanza y oro que nunca me falte esperanza para el futuro. Creo que la esperanza es una de las cosas más hermosas que nos hacen humanos. La esperanza es poderosa, crea futuros. No quiero cansarme de decir la palabra ‘esperanza’. Esperanza, esperanza, esperanza.
Ya sea que esté entrando de puntitas o entrando con confianza en el 2021, ¡quiero animarte deliberadamente a que eleves tus esperanzas!. Algunos considerarían esto como algo tonto, pero yo no lo creo. Créeme, si pudiera prescribirte una infusión de esperanza lo haría.
El pesimismo puede ser considerado por muchos como lo más inteligente porque si la caca golpea el abanico al menos estás preparado, pero no creo que una vida pesimista es una buena vida para vivir.
Así que propongo que entremos al 2021 con confianza, con nuestras esperanzas en alto, pronunciando vida, viviendo libres de miedo mientras practicamos la sabiduría y permanecemos en amor. ¿Eso suena bien para ti?, Suena bien para mí.
¡Vamos a hacerlo!
¡Feliz año nuevo!